Adolf Fredrik de Holstein-Gottorp y Baden-Durlach fue hijo, nieto, padre, abuelo de reyes y rey él mismo. Nacido en la Suecia de 1710, su vida como tal no fue demasiado cansada. Adolf Fredrik era de carácter pausado y tranquilo y no le importaba demasiado perder poder si eso representaba trabajar menos. Ante una personalidad tal, su matrimonio con la princesa Lovisa Ulrika de Prusia fue providencial: Lovisa, diez años menor que Adolf, era mandona y dominante. La joven princesa venía de Prusia, donde la monarquía era de tipo absoluto, y se quedó estupefacta ante la relajación de la vida política del rey en Suecia, su nuevo hogar. En el frío país sueco quien mandaba no era él, sino el parlamento, algo que Lovisa no iba a tolerar: llegó a organizar un golpe de estado, finalmente sofocado (el absolutismo no tardaría en llegar, de todos modos, de manos del futuro rey, su hijo), para dar mayor poder a la figura de la monarquía; revitalizó la corte y tomó todas las decisiones que debía haber tomado, como rey, su marido.
Mientras tanto, él sonreía y aceptaba todo lo que su amante esposa hacía y decía, con tal de que le dejasen en paz. Era un rey, como se suele decir hoy en día, campechano y simpaticón, que obtenía placer de las pequeñas cosas… como hacer pequeñas cajitas para el rapé, o simplemente comer. Poco se supondría él, o la misma Lovisa, enfrascada en sus asuntos de estado, que sería precisamente eso lo que le llevaría a la tumba.
Efectivamente, el 12 de febrero de 1771 el rey se metió entre pecho y espalda una comida pantagruélica, más que a las que estaba habituado (que tampoco eran, desde luego, moco de pavo). Entre otros platos, la comida consistió en una deliciosa combinación de:
· Caviar,
· chucrut,
· langosta,
· pescado ahumado (kipper),
· champán,
· pastelitos semla,
· leche caliente
La muerte le sobrevino pocas horas después, en medio de fuertes dolores estomacales. Desde luego, lo de comer hasta reventar, en algunos casos, no es sólo una expresión…
Mientras tanto, él sonreía y aceptaba todo lo que su amante esposa hacía y decía, con tal de que le dejasen en paz. Era un rey, como se suele decir hoy en día, campechano y simpaticón, que obtenía placer de las pequeñas cosas… como hacer pequeñas cajitas para el rapé, o simplemente comer. Poco se supondría él, o la misma Lovisa, enfrascada en sus asuntos de estado, que sería precisamente eso lo que le llevaría a la tumba.
Efectivamente, el 12 de febrero de 1771 el rey se metió entre pecho y espalda una comida pantagruélica, más que a las que estaba habituado (que tampoco eran, desde luego, moco de pavo). Entre otros platos, la comida consistió en una deliciosa combinación de:
· Caviar,
· chucrut,
· langosta,
· pescado ahumado (kipper),
· champán,
· pastelitos semla,
· leche caliente
La muerte le sobrevino pocas horas después, en medio de fuertes dolores estomacales. Desde luego, lo de comer hasta reventar, en algunos casos, no es sólo una expresión…
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