1961 pasará a la historia de Alemania por haber sido el triste año en el que se levantó el Muro de la Vergüenza, pero, para la cultura popular, también porque en él fue cuando nació el curioso Ampelmännchen de los semáforos del Berlín Este. Su cabezona y paticorta silueta la diseñó Karl Plegau, que no era ni mucho menos un dibujante ni nada que se le pareciera. Karl era, por el contrario, psicólogo, y creía que una de las medidas para evitar la siniestralidad en el tráfico vial pasaba por concienciar a los peatones mostrándoles un personaje amable y carismático (que, además, tenía diferentes posturas para las órdenes de pasar y detenerse, lo que era de gran ayuda para el 10% de la población alemana, sufridora de daltonismo). Ése sería Ampelmännchen (literalmente, hombrecito del semáforo). Toda una campaña propagandística se creó en torno a aquel personaje, que llegó a participar en programas de televisión y cuya figura pronto adornó todos los semáforos de la ahora incomunicada RDA.
Décadas después, cuando cayó el Muro, la reunificación alemana estuvo a punto de llevarse por delante aquel pequeño hombrecillo, en pos de la expansión del más serio y estirado símbolo occidental (el mismo que tenemos en España). Un enorme movimiento popular se levantó en contra de tal decisión, consiguiendo salvar al Ampelmännchen de la quema y convirtiéndolo en todo un icono nostálgico de la vieja Alemania. En 2004, 43 años después de su creación, el viejo hombrecillo recibió incluso la recompensa de una novieta: se trataba de la Ampelfrau, la figura femenina -con coletitas y falda- del Ampelmännchen que se colocó en varios semáforos de la ciudad de Dresde...
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